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Málaga, capital de la Costa del Sol, es una ciudad cosmopolita que ha conservado la autenticidad de su pasado y proyectado hacia el futuro. Bañada por el mar Mediterráneo y rodeada de montañas, ofrece una calidad de vida excepcional y un rico patrimonio cultural, lo que la convierte en un destino privilegiado en Andalucía.
La historia de Málaga es un crisol de civilizaciones. Fundada por los fenicios en el siglo VIII a. C. como Malaka, la ciudad siempre ha sido un cruce de caminos comercial y estratégico. Posteriormente, pasó a estar bajo dominio romano, que dejó tras de sí un teatro, antes de ser conquistada por los visigodos y posteriormente incorporada al Califato de Córdoba a principios del siglo VIII por los árabes. El período de dominio musulmán, que duró casi ocho siglos, fue una época de gran crecimiento para la ciudad. Se convirtió en un puerto importante y un floreciente centro económico y cultural, como lo demuestra la Alcazaba, una impresionante fortaleza palaciega.
La reconquista cristiana por los Reyes Católicos en 1487 marcó un punto de inflexión. Málaga, bajo dominio español, se desarrolló a lo largo de los siglos gracias a su comercio, en particular el de vinos y pasas. Con la llegada del siglo XIX, se convirtió en uno de los principales centros industriales del país.
Hoy, Málaga se consolida como una ciudad española y andaluza de pleno derecho. Su identidad es una sutil mezcla de herencia morisca, fervor andaluz con sus tradiciones y cultura flamenca, y dinamismo moderno.
Llegar a Málaga desde Sevilla es relativamente sencillo, ya que ambas ciudades están bien comunicadas.
Una vez allí, Málaga revela sus tesoros.
Málaga es la cuna del mundialmente conocido artista Pablo Picasso, que nació en esta ciudad andaluza.
Málaga es una ciudad que se revela al pasear por sus calles, entre sus monumentos históricos, sus museos, sus animados barrios y su apacible estilo de vida mediterráneo.
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