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Sevilla es una ciudad cálida, acogedora y soleada. Capital de Andalucía, se encuentra en el sur de España, a orillas del río Guadalquivir. Importante destino turístico, recibe la visita anual de millones de personas cautivadas por su rica historia, expresada en una arquitectura excepcional y una mezcla única de culturas, sin olvidar su deliciosa gastronomía y el ritmo del flamenco. Sevilla es una ciudad para gourmets y amantes de la buena vida. Despierta todos los sentidos y rebosa de actividades para explorar.
Pasee por las calles adoquinadas del centro histórico: alberga tesoros como la catedral, el Alcázar y el barrio de Santa Cruz. Sevilla es una ciudad de contrastes, con sus brillantes muros blancos, colores vibrantes y patios floridos. Está en constante evolución, con numerosos proyectos de restauración en marcha para preservar su patrimonio con la vista puesta en el futuro.
Sevilla también se caracteriza por sus colores y patrones distintivos. Cerca del Parque de María Luisa, los famosos azulejos (azulejos de cerámica pintados a mano) adornan las fachadas, los bancos de la Plaza de España y el interior de los edificios. Estas obras de arte mural se pueden encontrar tanto en la arquitectura religiosa como en barrios populares como Triana.
Paisajes de postal para descubrir en cualquier estación, de día o de noche, la ciudad es relativamente plana. Explorar sus puentes y terrazas le recompensará con magníficas vistas. Lleve calzado cómodo para explorar a pie esta ciudad a escala humana, donde las calles se abren a amplias y soleadas plazas y serpentean hasta las riberas.
El Guadalquivir, una arteria reluciente, es inseparable de la identidad de Sevilla. Déjese cautivar por sus embarcaciones tradicionales. Antaño utilizadas para el comercio, ahora ofrecen una perspectiva única de los monumentos históricos de la ciudad. Un crucero fluvial es la manera perfecta de descubrir la ciudad desde una nueva perspectiva, directamente desde sus aguas.
Paseando por el Guadalquivir, dos monumentos emblemáticos llaman inevitablemente la atención.
La Plaza de Toros de la Maestranza, una de las más antiguas y famosas de España, impresiona por su singular arquitectura barroca, pintada en blanco y ocre. Además de su función, alberga un museo imprescindible para quienes deseen comprender la historia y la cultura del toreo andaluz.
No muy lejos de allí se alza la Torre del Oro. Esta torre de vigilancia dodecagonal (de doce lados) es un vestigio de las fortificaciones almohades del siglo XIII. Recibe su nombre del brillo dorado que proyectaban sus azulejos de cerámica. Servía tanto para vigilar el río como para almacenar el oro y la plata que llegaban de América a través de la flota de la Compañía de las Indias Orientales. Actualmente, alberga el Museo Naval de Sevilla.
Sevilla es el destino ideal para los amantes de la historia y la cultura. La ciudad rebosa de monumentos religiosos, edificios emblemáticos, museos, parques y lugares históricos. Necesitarás varios días para explorar el rico patrimonio cultural de esta cautivadora ciudad.
Para los amantes de la vida nocturna, Sevilla no decepciona. Sus bares, discotecas y espectáculos de flamenco garantizan noches animadas y variadas.
Una estancia en Sevilla estaría incompleta sin una inmersión total en su generosa gastronomía. Lejos de ser simples aperitivos, los platos que conforman la cocina sevillana son la esencia misma del estilo de vida andaluz, donde el compartir y la convivencia reinan por excelencia.
El primer paso en cualquier viaje culinario en Sevilla es descubrir las tapas, este concepto icónico que ha conquistado el mundo. Pero aquí en Sevilla, las tapas son toda una institución. No son solo pequeñas raciones, sino auténticos platos en miniatura que permiten degustar una amplia variedad de sabores en una sola noche. Se pasea de bar en bar, saboreando montaditos, pequeños bocadillos rellenos de todo tipo de comida, desde pringá (carne desmenuzada guisada) hasta tortilla. Y no se pueden perder las tapas de jamón ibérico (cortado en lonchas finas) o queso manchego (un queso de oveja local).
Con el buen tiempo, la cocina sevillana ofrece remedios tan deliciosos como refrescantes. El gazpacho y el salmorejo son las dos estrellas de las sopas frías. El primero es una sopa líquida, ligera y aromática, hecha con verduras trituradas, mientras que el segundo, más espeso y cremoso gracias al pan, suele servirse con aderezos como jamón ibérico y huevos duros. Estos dos platos reflejan a la perfección una cocina sencilla pero refinada que realza la riqueza del sol.
Pero la gastronomía sevillana no se limita a la que se encuentra en toda España. La ciudad tiene sus propias especialidades, fruto de su historia y cultura. Las espinacas con garbanzos son un plato vegetariano típico y sabroso, que se sirve a menudo en los bares de tapas tradicionales. Para los amantes de la carne, el rabo de toro es imprescindible. Cocinado a fuego lento hasta que la carne está increíblemente tierna, es una explosión de sabores. Otra especialidad que no debe perderse es la carrillada, unas carrilladas de cerdo o ternera estofadas que se deshacen en la boca.
Por último, no te pierdas los dulces sevillanos. Los churros con chocolate son un clásico para desayunar o un dulce. Estos palitos de masa frita, sumergidos en una taza de chocolate caliente y espeso, son una exquisitez para disfrutar sin restricciones.
Para acompañar estas delicias, las bebidas locales tienen su lugar. Si bien la sangría es un clásico para los turistas, los sevillanos suelen preferir el tinto de verano, un vino tinto ligero mezclado con limonada, o una cerveza local, a menudo Cruzcampo, para refrescarse rápidamente después de una larga caminata. La manzanilla, un vino blanco seco y ligero, también es especialmente apreciada con tapas.
Perderse por las estrechas calles de los barrios de Triana o Santa Cruz en busca del bar de tapas perfecto es toda una aventura. Cada descubrimiento culinario revela un trocito del alma de la ciudad.
¿Quieres descubrir los secretos de la gastronomía local? No dudes en tomar clases de cocina o visitar las bodegas de los alrededores de Sevilla.
A diferencia de otras ciudades que parecen más tranquilas, Sevilla tiene un espíritu festivo, expresado en sus numerosas celebraciones tradicionales. Estas fiestas no son simples eventos, sino un reflejo de una cultura profundamente arraigada que configura la vida cotidiana de la ciudad.
En primavera, Sevilla se transforma radicalmente para sus dos eventos más emblemáticos.
Más allá de estos grandes eventos, la ciudad late al ritmo de muchos otros festivales.
Estas celebraciones son el momento perfecto para sumergirse en la cultura local, observar los trajes tradicionales y compartir la alegría de los sevillanos. Son una puerta de entrada al alma de la ciudad, su historia y sus pasiones.
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